PETRONA VIERA GARINO
(1895-1960)

Primera artista plástica profesional en Uruguay

«Sé que existe algo que jamás hay que entregar a las exigencias de la vida, en el suceder de los acontecimientos y de los fracasos: el optimismo […] Si no hubiera quienes se oponen a renunciar a sus puntos de vista personales y se adaptaran en cambio blandamente a lo que piensan y hacen millones y millones de hombres, el mundo no tendría sentido, y el arte, las
máquinas, la ciencia, carecerían de objeto […] Si no fuera pintora, tal vez sería política. No puede cumplir uno en la vida con más de una profesión seria. Y la de político no lo es tanto como la de pintor. De tal manera, mi interés se reduce a obligarme a estar al día en todos los asuntos internacionales de mi país y a llenar conscientemente mis deberes ciudadanos
concurriendo a las urnas siempre que es necesario.»

Revista ATLÁNTIDA,
Setiembre de 1940.

Nace el 24 de marzo de 1895 en el seno de una familia sin problemas económicos, siendo la primera hija de Carmen Garino y Feliciano Viera, Presidente de la República Oriental del Uruguay entre 1915 y 1919. A los dos años padece una meningitis que la deja sorda justo cuando comienza a hablar. En aquel tiempo, Uruguay carecía de instituciones dedicadas a atender esos casos, por lo que su familia contrata a una famosa institutriz francesa, Madeleine Larnaudie, especializada en educación de niños sordos. Con ella, Petrona aprende a leer las letras y labios y a escribir desde muy pequeña. A los dieciocho años inicia sus estudios artísticos. Inmersa en su mundo de silencio, se adentra en el dibujo de la mano del catalán Vicente Puig. Debido a la posición social de su padre, la espléndida casa quinta familiar en la que reside es centro de reuniones adonde acuden grandes personalidades y la elite cultural de Montevideo. Gracias a aquellas veladas —que Petrona nunca se pierde— los artistas plásticos Pedro Figari, Zorrilla de San Martín, José Cuneo, Blanes Viale y José Belloni, entre otros, marcan su sensibilidad y su forma de mirar el mundo.
Cabe mencionar que el Presidente Viera tiene especial relevancia histórica en lo que atañe a la consecución de los derechos femeninos en Uruguay, pues es durante su mandato que se aprueba la primera Constitución de la República que incluye la posibilidad del sufragio femenino (1918, Secc. II, Cap. I, Art. 10). Por otra parte, es él quien en 1919 apoya la iniciativa del Consejo Nacional de Mujeres, liderado por Paulina Luisi, para la adhesión del Uruguay al Convenio Internacional contra la Trata de Blancas.
Hacia 1922 ya apunta maneras y, ante la marcha del maestro Puig a Buenos Aires, la familia decide sustituirlo por el uruguayo Guillermo Laborde (1886- 1940). Él es quien la inicia en el primero de los ismos que se dieron en el Uruguay, el planismo. Pero la pintora genera un cambio con su innovadora propuesta: introduce con monumentalidad motivos inusuales, como el mundo infantil (niños estudiando o sentados al aire libre), desnudos, mujeres atendiendo a labores, todas temáticas ausentes entre los «planistas», volcados en el paisaje. Es de este modo como abre las puertas y da voz a un universo doméstico mayoritariamente femenino.
En 1926 realiza su primera exposición individual, en la Galería Maveroff, con un éxito rotundo. Al año siguiente muere su padre, lo que ocasiona un gran cambio en la vida familiar. La tristeza invade la casa y las visitas empiezan a escasear hasta desaparecer. La situación económica se vuelve muy difícil, al punto de que deben vender al Estado la majestuosa quinta y se mudan a una pequeña casa que les dona el Partido Colorado, al que pertenecía su padre. El taller de la artista queda instalado allí, en el número 2850 de la avenida 8 de Octubre (hoy Escuela Especial N.º 210 «Petrona Viera» para niños sordomudos). Desde entonces, la venta de sus obras se transforma en la principal fuente de ingresos familiar, y Petrona comienza a salir a pintar en exteriores con su hermana Lucha, gran compañera a la hora de interactuar con los demás.
El planismo, principal corriente pictórica en el Uruguay de aquellos años, contribuye a impulsar la modernización del arte nacional. Petrona no es la única mujer que pinta por entonces, pero es quien verdaderamente sobresale de una manera singular, llamando la atención de sus contemporáneos y transformándose en la primera uruguaya artista plástica profesional. Es referente para muchas mujeres, que siguen su ejemplo a la hora de emprender el duro camino de las artes plásticas, una profesión hasta entonces exclusivamente masculina. Desde su particular visión de la realidad, reivindica un lugar activo para la mujer en la «moderna» sociedad montevideana.
Tras la muerte de Laborde, en los años cuarenta, la tragedia y la tensión irrumpen en su obra. Incursiona por diversas técnicas, entre ellas el grabado sobre madera y metal, gracias al apoyo de un nuevo profesor y pintor, Guillermo Rodríguez, con quien estudia hasta el final de sus días. Fallece en Montevideo el 4 de octubre de 1960, a los sesenta y cinco años. Su larga trayectoria y el reconocimiento público se evidencian en la periódica participación en importantes exposiciones organizadas en Uruguay, entre las que se destacan las del Círculo de Bellas Artes de Montevideo, o en muestras colectivas, tanto en Buenos Aires como en París.

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