«Sé que existe algo que jamás hay que entregar a las exigencias de la vida, en el suceder de los acontecimientos y de los fracasos: el optimismo […] Si no hubiera quienes se oponen a renunciar a sus puntos de vista personales y se adaptaran en cambio blandamente a lo que piensan y hacen millones y millones de hombres, el mundo no tendría sentido, y el arte, las
máquinas, la ciencia, carecerían de objeto […] Si no fuera pintora, tal vez sería política. No puede cumplir uno en la vida con más de una profesión seria. Y la de político no lo es tanto como la de pintor. De tal manera, mi interés se reduce a obligarme a estar al día en todos los asuntos internacionales de mi país y a llenar conscientemente mis deberes ciudadanos
concurriendo a las urnas siempre que es necesario.»
Revista ATLÁNTIDA,
Setiembre de 1940.